El fantasma de la privatización no es un mito, no es un chisme de barrio. Es una realidad que tenemos que enfrentar tú y yo, juntos, unidos por los pensamientos.
Hace algún tiempo que viene caminando este monstruo dentro de nuestras Universidades, sigiloso, callado, pero firme como un alud, quizá en ese tiempo no lo veíamos claramente y por eso no hicimos nada, pero hoy esa bestia ha dado la cara y ha mostrado sus intenciones reales.
¡Compañero! ¿Acaso no escuchas los gritos agónicos de tu Alma Mater, no sientes que cada año le es más difícil caminar sin caer durante su trayecto?
Este escrito no tiene como fin darte cifras, ni ser tan objetivo, más bien lo que intento hacer hoy con estas letras es que sientas lo que yo, que intentes desligarte por un momento de la indiferencia que no te deja creer en lo que pasa y que mires, así solo sea por un momento la realidad, que te des cuenta de que los fantasmas si existen, de que los gritos de muerte que escuchas en los pasillos de la Universidad son los gritos de los compañeros que han muerto mientras defendían tu universidad.
Por eso compañero te invito a que junto conmigo, junto con nuestros compañeros caídos, levantemos nuestros puños y gritemos con el corazón y el alma en la boca:
¡QUE VIVA LA UNIVERSIDAD PUBLICA!
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